Mozart y la inteligencia de los bebés

Mucho se ha hablado sobre el  beneficio que tiene sobre el desarrollo intelectual de los bebés escuchar música de Mozart. De hecho hay todo un negocio montado en torno al tema; es fácil encontrar en tiendas especializadas o en grandes superficies, en la zona de bebés, unos CDs de apenas media hora de duración convenientemente decorados para hacerlos más atractivos a los padres de las criaturas, por un precio nada desdeñable.





Por cierto, si alguien aún no lo sabe, la música de Mozart hace tiempo que es de dominio público y está libre de derechos. Podéis descargarla libremente de aquí:



Toda esta pequeña revolución partió de un curioso experimento publicado por la revista Nature en 1993, en la que se contaba cómo Frances Rauscher y Gordon Shaw, psicóloga y neurobiólogo respectivamente de la universidad de Wisconsin, reunieron a 36 estudiantes adolescentes y les hicieron escuchar durante 10 minutos la sonata para dos pianos en re mayor K 448. Afirmaron los dos científicos que ese breve tiempo había bastado para mejorar los resultados en las pruebas de razonamiento espacio temporal. Posteriormente diversos científicos intentaron repetir estos resultados pero nunca más se consiguieron.
De alguna extraña manera este estudio se extrapoló a los bebés (incluso a los aún no natos, en los vientres de sus madres) y comenzó a nacer el mito de la milagrosa influencia de la música de Mozart sobre la inteligencia.

De hecho, poco después en 1998, el rumor era ya tan poderoso que el gobernador Zell Miller de Georgia, USA, destinó parte del presupuesto público a facilitar CDs de música clásica a las madres de recién nacidos para fomentar su inteligencia.




Con el paso de los años han ido surgiendo cada vez más estudios que han terminado tirando por tierra la milagrosa influencia, como el de Jakob Pietschnig y varios colegas, del instituto de Psicología de la Universidad de Viena, que analizaron 30 estudios previos sobre este tema, analizando la influencia de Mozart en unas 3000 personas. O el más reciente  del Ministerio alemán de investigación en 2007, del que se hizo eco la propia revista Nature, llegando a la misma conclusión: no se puede comprobar ningún efecto específico de la música en la inteligencia espacial.

Así pues mi conclusión es la siguiente: la música de Mozart no nos va a convertir en genios de la talla de Einstein, no mejoraremos en los cálculos matemáticos ni en los problemas de física... ni falta que hace. Disfrutemos todos de su música siempre que queramos, a sabiendas que no nos hará más inteligentes pero sí un poquito más felices.





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